MI PRIMERA COMUNIÓN
Con los matones del colegio pisándole los talones al grito de «maricón», Pablo encuentra una iglesia entreabierta en la que no duda entrar. La grandiosidad del lugar no es nada comparado con la belleza del monaguillo que se encuentra dando la comunión a las feligresas, Sebastián. Como movido por una energía desconocida, Pablo se acerca a recibir la primera comunión de sus manos. Al depositar la hostia en sus labios, Pablo siente la llamada, el despertar de su sexualidad que le mueve a convertirse en monaguillo para estar más cerca del divino joven.